Conseguir que el cliente nos encuentre a nosotros es más efectivo que perseguirle. La clave está en despertar su interés no solo con un buen marketing de contenidos, sino con una estrategia hecha a su medida y presente en múltiples plataformas.
Todo el que se asoma a internet está tan harto como tú mismo de la publicidad. No hay un usuario que no deteste las ventanas emergentes que un día se cierran en el aquí de abajo y otro en la x de arriba, no existe ninguno que no odie los banners que se mueven sin parar en el rabillo del ojo. Y todos, absolutamente todos, están cansados de decir sí quiero a las cookies: ¡pues claro!, ¡qué otra cosa podrían hacer!
Pero tu buyer persona sigue ahí, con todos sus dispositivos electrónicos conectados. Trabaja mirando a la pantalla, descansa en el sofá leyendo en la tableta, se desplaza consultando las novedades de sus redes sociales en el smartphone. La publicidad le asalta en Facebook, en Twitter, en YouTube, pero él consigue esquivarla. No va a marcharse de internet por eso. Los anunciantes le caen mal, pero ha aprendido a defenderse.
¿Vamos a luchar nosotros también por agredir a los consumidores, invadir su concentración, importunarlos tirándoles de la manga una y otra vez?
Lo penúltimo que debería pasarle a un director de marketing o al CEO de una empresa es que los potenciales clientes ignoraran su producto; lo último sería que lo detestaran.
Hay que conseguir que el cliente nos quiera, y un buen CEO empresarial sabe que la táctica de ser un plomo no funciona. Para enamorar hay que despertar el interés, no estar todo el tiempo encima de la persona a la que intentamos seducir.
Los directores de marketing hace tiempo que están cambiando su estrategia. Ya no basta con pagar a Google o al recaudador de turno. Hoy solo es posible enamorar al cliente con un adecuado marketing de contenidos, hecho a su medida.
Esto significa que debemos ofrecer al cliente algo útil, que le sirva, que quiera usar. Solo así captaremos su atención y lograremos acompañarle.
Con la creación de contenidos, podemos lograr que sea el cliente quien nos busque sin necesidad de importunarle. Y debemos estar donde él está, en las plataformas que él frecuenta, ya sea en su barra de favoritos, en Facebook, en YouTube o en su correo electrónico, pero sin avasallarle; solo ofreciéndole algo apetecible que él pueda coger cuando quiera.
Crear contenidos propios de calidad, centrados en las inquietudes de nuestro buyer persona, con el lenguaje que le gusta, nos permitirá dirigirle hacia el objetivo que nos interesa.
El marketing de contenidos no se improvisa. Nuestros clientes están hiperconectados y geolocalizados. Sabemos qué compran, por qué y en qué momento. Observando sus hábitos es posible ofrecerles lo que necesitan antes que otros.
Antes y mejor. Porque lo que buscamos es que nuestro buyer persona esté convencido, y para ello tenemos que darle un trato próximo, personal, hecho a su medida.
Necesitamos planificar una estrategia de marketing de contenidos a largo plazo diseñando las líneas maestras que nos diferencien de nuestros competidores y nos hagan ser los elegidos. Para ello tenemos que empezar por definir:
Una vez definido todo lo anterior, nuestra estrategia tiene que ser multiplataforma y multicanal, para que el usuario pueda encontrarnos allí donde se encuentre y para que recurra a nosotros desde cualquier lugar.
Nuevamente tendrás que diseñar la estrategia a medida de tus potenciales clientes, los que quieres captar y retener. El marketing de contenidos tiene que estar pensado para distinguirte en cualquier plataforma: en tus blogs, en Facebook, en Twitter, en Instagram, en YouTube o en el punto donde esté tu cliente. Él debe saber que estás pensando en sus necesidades, pero también en lo que le gusta y le divierte.
1. Apostar por las newsletters. La megatendencia número uno para fidelizar y conseguir que tu buyer persona te quiera es el email marketing. Lograr que lea tus envíos periódicos es la mejor forma de estar a su lado. Para ello no basta con que se suscriba, tienes que lograr que lea con ganas cada entrega, ofrecerle algo valioso y de calidad. Nunca olvides que darse de baja es muy sencillo.
2. Entrar por los ojos. Las personas creemos que lo que vemos no nos engaña, pese a que existe la realidad virtual (eso que sabemos que no es verdad pero lo parece). No desprecies YouTube, Vine o Snapchat en el proceso para hacer crecer tu empresa. Los buenos mensajes visuales, esos que se digieren de forma fácil, también deben formar parte de tu plan de marketing de contenidos. Y no menosprecies el poder de Instagram.
3. Crear pilas contenido en tu página web. El amor a primera vista existe, pero no siempre es duradero... a menos que luchemos por mantenerlo. Está bien seducir con imágenes, pero en nuestra gestión del marketing de contenidos tenemos que prestar atención a esta estrategia que nos va a permitir aumentar el interés del cliente, y fidelizarlo. No solo le damos cantidad, sino calidad, de manera que nuestra marca pueda resistir las veleidades del algoritmo de Google.
4. Diferenciarte. La competencia es dura y puede que trabaje con más medios que nosotros. Nuestra baza es saber diferenciarnos para captar la atención, es el espíritu que debe animar un plan de marketing de contenidos. No ignores las posibilidades alternativas para sorprender. Utiliza el street marketing, acciones callejeras que pueden tener una gran repercusión de tu marca en redes.
5. Estar al loro. Ocurre que de un día para otro tus clientes abandonan Whatsapp y se comunican solo por Snapchat. No puedes dormirte. El mejor director de marketing es el que, aunque sabe que su estrategia de marketing de contenidos dará resultado a largo plazo, está al loro de las modas en redes sociales, no desprecia a los influencers solo porque parezcan los más tontos del planeta y sigue el ascenso de youtubers cuyo éxito le resulta incomprensible. En definitiva, observa a su audiencia para tener listo lo que quiere. La gran megatendencia en el marketing de contenidos es que tu cliente sepa que estás ahí. Trabaja para seducirle, pero deja que sea él quien te elija.